VISIÓN AMÉRICA LATINA

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La Ley y el Cristiano

Por Roger Oliver

“Para establecer la perpetuidad de la ley como una regla de vida, acordémonos que la ley es una transcripción perfecta de la mente y la voluntad de Dios. Surge necesariamente de nuestra relación con Dios y entre nosotros, que somos su imagen y semejanza. Ningún cambio de circunstancias, cualquiera que sea, puede alterar sus mandatos. En cualquier situación que estamos, tiene que ser nuestro deber amar a Dios con todo nuestro corazón y a nuestro prójimo como a nosotros mismos, ni tampoco puede esta ley por cualquier medio prescindirse. En verdad, Dios no puede descartar cualquier parte de esta ley; porque si lo hiciera, autorizaría a los hombres a profanar la imagen de Dios en ellos mismos y robarle la gloria de Dios.

Acerca de que la Ley es todavía una regla de los deberes para el pueblo de Dios aparece en la orden de San Pablo en el décimo tercero capítulo de su carta a los romanos: “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley.” Luego, especificando los deberes trazados en la segunda tabla de la Ley como componentes del amor verdadero, añade, “El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.” Por lo tanto, si es nuestro deber ejercer el amor, es nuestro deber cumplir con la Ley que es, en todos sus aspectos, identificado con el amor.

Pero insistir en esto es innecesario porque en lugar de reemplazar la Ley, en la mano del Señor Jesucristo, es aún más imperativo que nunca y llega a nosotros con diez veces la obligación de obedecerla.”

Charles Simeon: Expository Outlines on the Whole Bible, vol. 17, Galatians, Ephesians, p. 128. Grand Rapids, Michigan: Zondervan (1847) 1955.

En un sermón sobre la pena de muerte en la Ley de Dios, R. J. Rushdoony observó que el amor en la Biblia es judicial no sentimental. Quería decir que es asunto de obediencia a la Ley de Dios hacia el prójimo.

Los sentimientos, las emociones fuertes y bonitas, son productos de la obediencia a la Ley, no lo definen. Los que buscan el amor sentimental nunca lo encuentran y pasan la vida buscándolo, muchas veces de pareja en pareja. Los que determinan obedecer la Ley hacia su pareja, aun cuando no quieren, descubren las emociones del amor cien veces más intensas, algo que el infiel piensa imposible.

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