VISIÓN AMÉRICA LATINA

Construyendo los cimientos intelectuales para la futura civilización cristiana.

El Paraíso Restaurado parte III

Empezaremos entonces, con la creación del mundo
y con Dios su Hacedor, porque el primer hecho que debes
comprender es este: la renovación de la creación ha sido
forjada por la Misma Palabra, Quien la creó desde
el principio.  Por lo tanto, no existe inconsistencia entre
la creación y la salvación; porque el  Único Padre ha
empleado el mismo Agente para ambos trabajos, efectuando
la salvación del mundo a través de la misma Palabra Quien la creó al principio.

Atanasio, En la Encarnación [1]

 

3 EL TEMA DEL PARAÍSO

La historia del Edén contiene tres ideas básicas, conceptos que nos confrontan repetidamente mientras que estudiamos la Biblia: la Creación, la Caída y la Redención en Cristo. Mientras que estas ideas son desarrolladas a lo largo de la historia de salvación, vemos imágenes familiares y acciones que vuelven a aparecer y patrones que comienzan a tomar forma, hasta que el último libro de la Biblia finalmente responde a todas las preguntas que surgieron en el primer libro. La auto-revelación de Dios es coherente, completamente consistente y nos llega en formas literarias muy hermosas. Nuestro entendimiento propio del mensaje no será adecuado a menos que busquemos comprender y apreciar la forma en la que el mensaje es comunicado. Al empezar nuestro estudio en donde la Biblia misma empieza, podemos comprender  con mayor facilidad no sólo el Libro de Apocalipsis, sino la Biblia misma – porque los escritores de la Biblia dijeron lo que ellos dijeron en la forma en la que lo dijeron. Y nuestras razones para hacer esto es que podamos tener una confianza más completa en las promesas de Dios, obedecer Sus mandamientos y heredar Sus bendiciones.

La Naturaleza de la Salvación

Uno de los temas básicos de la Escritura es que la salvación restaura el propósito original del hombre. En el principio Dios creó al hombre a Su imagen para que el hombre pudiera tener dominio (Génesis 1:26-28). La tarea de dominio empezó en el Jardín del Edén, pero no se suponía que terminara ahí, ya que al hombre le fue ordenado que tuviera dominio sobre toda la tierra: Adán y Eva (y sus hijos) debían extender las bendiciones del Paraíso por todo el mundo. Pero cuando el hombre se rebeló, perdió la habilidad de tener un dominio piadoso, porque perdió su compañerismo con su Creador. Mientras que el hombre caído todavía sigue estando a la imagen de Dios (Génesis 9:6), es ahora una imagen desnuda (Génesis 3:7), porque ha perdido su cobertura original – la gloria de Dios (Romanos 3:23). La imagen de Dios permanece, hasta cierto punto, en todos los hombres – pero la imagen ha sido torcida, empañada, desfigurada y quebrada como resultado del pecado. Y la tierra, que fue planeada para convertirse en el Jardín-Templo de Dios, en lugar de eso se ha convertido en un desierto de espinas, cardos, sudor, escasez, contaminación y muerte (Génesis 3:17-19; Isaías 24:1-6; Romanos 5:12). El hombre ha sido alejado del Jardín y se le ha prohibido volver a entrar.

Pero este no es el final de la historia. El mismo día que Dios pronunció juicio sobre el hombre y la tierra, Él pronunció un juicio mayor sobre el tentador, declarando que el Redentor vendría algún día para aplastar la cabeza de la serpiente (Génesis 3:15). Por consiguiente, el apóstol Juan nos dice que “el Hijo de Dios apareció con este propósito, que Él destruyera las obras del diablo” (1 Juan 3:8). Cristo vino como el Segundo Adán, para deshacer el daño traído por medio del Primer Adán (1 Corintios 15:22,45; Romanos 5:15-19). Dios había soplado en Adán el aliento (en Hebreo, el Espíritu) de Vida, pero la rebelión de Adán trajo muerte al mundo. En la salvación, Cristo otra vez sopla en Su pueblo el Espíritu de Vida (Juan 20:22) – Vida Eterna, que nos libera de la Maldición del pecado y de la muerte (Romanos 8:2) y la que finalmente resultará en la restauración de toda la creación (Romanos 8:19-21). En Cristo somos realmente una nueva creatura (2 Corintios 5:17), porque hemos sido recreados en la imagen de Dios (Efesios 4:24; Colosenses 3:10 y vestidos otra vez de la gloria de Dios (Romanos 8:29-30). Y esta vez, la seguridad de la imagen de Dios restaurada es garantizada, porque nuestra posición está en Cristo quien nunca falla. En Él tenemos Vida Eterna.

Esto nos introduce a otro patrón bíblico básico, un patrón triple que es asumido a lo largo de mucho del material en este libro y que veremos una y otra vez en nuestros estudios. La Escritura presenta la salvación en términos de una estructura definitiva-progresiva-final y esta es la razón por la que las profecías Bíblicas muchas veces parecen encimarse. La salvación fue cumplida definitivamente en la obra perfecta y completada de Jesucristo; es aplicada de manera progresiva y creciente durante esta época, personalmente e institucionalmente y  finalmente se logrará, en su cumplimiento más alto, al final de la historia en el último Día. Hemos sido salvados (2 Timoteo 1:9), somos salvos ahora (Filipenses 2:12-13), y seremos salvos en el futuro (1 Pedro 1:9). Para ponerlo de otra manera, hemos sido hechos otra vez a la imagen de Dios (Efesios 4:24), somos hechos otra vez progresivamente a Su imagen (2 Corintios 3:18) y esperamos el día cuando seremos hechos otra vez perfectamente a Su imagen (Filipenses 3:20-21).

Por lo tanto, la salvación restaura al hombre a su llamado original y su propósito, y garantiza que el mandato original del hombre – de ejercer dominio bajo Dios sobre toda la tierra – será cumplido.

Cornelius Van Til ha señalado que la “revelación redentora de Dios tenía que ser tan comprensible como la eliminación del pecado. La redención debe, en la naturaleza del caso, ser para todo el mundo. Esto no significa que debe salvar a todos los individuos pecadores en el mundo. Sin embargo, significa que el universo creado que ha sido creado como una unidad debe también ser salvo como una unidad” (Una Introducción a la Teología Sistemática [Presbyterian and Reformed, 1974], p.133). Finalmente la salvación Bíblica revierte la Maldición, regresa las condiciones Edénicas, repara las relaciones personales y sociales, y bendice la tierra en todas las áreas. Toda la tierra será salva y vuelta a formar como el Jardín de Dios. “Porque la tierra será llena del conocimiento del Señor, como las aguas cubren la mar” (Isaías 11:9).

En un sentido muy realista, por lo tanto (y progresivo mientras que el Evangelio conquista el mundo), el pueblo de Dios siempre ha vivido en “el Jardín.” Por ejemplo, la tierra de Egipto es descrita en Génesis 13:10 “como el Jardín del Señor” – y cuando el pueblo de pacto se fue ahí a vivir, se les dio el área de Gosén, porque era lo mejor en todo Egipto (Génesis 45:18; 47:5-6, 11, 27). En esta localidad Edénica fueron fructíferos y se multiplicaron (Éxodo 1:7) – ¡la misma expresión del mandato original de Dios dado a Adán y Eva en el Jardín! La Tierra Prometida también, como lo esperaríamos, era una tierra en la que mucho de la Maldición había sido revertida: era “como el Jardín del Edén” (Joel 2:3) y por lo tanto, “fluía leche y miel” (Éxodo 3:8).

Como lo veremos en el próximo pasaje, la restauración del Edén es un aspecto esencial de la salvación que Cristo provee. Cuando el Antiguo Testamento predijo la venida de Cristo y las bendiciones que Él traería, normalmente hablaba en el lenguaje de la restauración del Edén. Isaías escribió: Ciertamente consolará el Señor a Sion; consolará todas sus soledades. Y hará su desierto como el Edén, y su soledad como el Jardín del Señor; se hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto” (Isaías 51:3). Y Ezequiel muchos años después profetizó:

Así ha dicho Dios el Señor: El día que los limpie de todas sus iniquidades, haré también que sean habitadas las ciudades, y las ruinas serán reedificadas. Y la tierra asolada será labrada, en lugar de haber permanecido asolada a ojos de todos los que pasaron. Y dirán: Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del Edén; y estas ciudades que eran desiertas y asoladas y arruinadas, están fortificadas y habitadas. Y las naciones que queden en sus alrededores sabrán que yo reedifiqué lo que estaba derribado, y planté lo que estaba desolado; yo el Señor he hablado, y lo haré” (Ezequiel 36:33-36).

Pero hay mucho más en estas profecías (y otras) acerca de la restauración del Edén de lo que podamos notar en un primer vistazo. De hecho, existen muchos, muchos pasajes de la Escritura que hablan en términos de los patrones Edénicos que no mencionan el Edén por nombre. El Tema del Paraíso corre a lo largo de toda la Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis, pero para poder reconocerlo debemos primero familiarizarnos con lo que  la Palabra de Dios dice acerca del Jardín original. Dios se ha tomado la molestia de darnos alguna información específica acerca del Jardín y el resto de la Escritura está construida en este fundamento, refiriéndose a este regularmente. Fíjese bien: este estudio no es simplemente una colección de trivialidades, de “hechos extraños e interesantes acerca de la Biblia” (por ejemplo, el tipo de información irrelevante que normalmente se encuentra en la sección de “enciclopedia” en las Biblias grandes familiares). Esto es, lo vuelvo a repetir, un tema Bíblico de suma importancia, que ilumina dramáticamente el mensaje del libro de Apocalipsis – y que por cierto, nos ayuda a entender el mensaje de la Biblia como un todo. Así es que, en los próximos capítulos, examinaremos muchas de las características del Jardín del Edén, poniendo especial atención en como cada una de estas se vuelven un “sub tema” en sí, en términos del tema general de la restauración del Edén en la salvación.

Aquí puedes leer el libro completo del el Paraíso Restaurado.

Te podría interesar...