VISIÓN AMÉRICA LATINA

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Restaurale Gentilmente IV

“Roger,” me dices, “Todo lo que dices en cuanto a la reconciliación suena bien en teoría, ¿pero cuando el hermano no quiere…?” Muy buena observación. Primero, déjame preguntarte si es teoría o Biblia. Si es Biblia, ¿qué opciones tenemos? Obedecer o no. Nuestra responsabilidad es obedecer. El cambiar corazones es trabajo de Dios.

Bueno, y si he hecho todo en mi poder para hacer la paz y todavía no hay respuesta, ¿qué hago? Muy buena pregunta. Jesús nos ofrece una solución, “Si tu hermano no te escucha, lleva contigo a uno o dos más, para que todo asunto se resuelva mediante el testimonio de dos o tres testigo.” Mateo 18:16. Mejor invitar a una persona madura en la fe y aún mejor si está capacitada como mediador, es decir, una persona que puede ayudarles reconciliar.

Es preferible reunir con un mediador por mutuo acuerdo. Habla con tu contraparte en el conflicto e invítalo sugerir a una persona mediadora y testigo. “Josué, parece que necesitamos ayuda con nuestro problema. ¿Puedes sugerir a alguien que puede servir como mediador y testigo para ayudarnos llegar a un acuerdo y hacer la paz?” Si rehúsa, tienes que buscar ayuda sin mutuo acuerdo. Es tu responsabilidad bajo el proceso indicado por Jesús.

Lleva contigo a un mediador/testigo solamente si has tratado tomar el primer paso: no hagas caso de ofensas menores, y agotado el segundo paso: habla en privado. Ten cuidado de no brincar los pasos indicados por Jesús en Mateo 18:15-20. Y ten cuidado de buscar a una persona madura como testigo que puede guardar confianza. El propósito de buscar a un mediador o testigo no es para desahogarte, quejarte o hacer chismes. Tu propósito es la reconciliación.

¿Qué esperas de un mediador o testigo en un conflicto? Una persona madura y capacitada en la mediación. Los mediadores fomentan dominio propio y cortesía, hacen preguntas, aclaran los hechos, aconsejan y amonestan por medio de la Palabra de Dios, multiplican los recursos (p.ej. invitan a peritos en el área del conflicto), observan y reportan a la iglesia, y aún pueden servir de árbitros si los dos no logran llagar a un acuerdo.

Si no has considerado la necesidad de buscar ayuda con la reconciliación, nunca es tarde para empezar a hacer lo correcto.

Adaptado de El Pacificador, una guia bíblica a la solución de conflictos personales, Ken Sande,
(RDM, 1ª edición, 2000 1ª impresión en español).

 

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