VISIÓN AMÉRICA LATINA

Construyendo los cimientos intelectuales para la futura civilización cristiana.

La Historia de las Leyes Migratorias en Estados Unidos y Occidente

PASAPORTE, o salvoconducto en el tiempo de la guerra, es un documento que garantiza por medio de un poder beligerante, proteger a las personas y propiedades de operaciones hostiles. En un concepto más común, un pasaporte es un documento que le autoriza a una persona a salir o entrar a un país, o una licencia o salvoconducto para esto mismo. La persona se especifica ahí y se acredita su derecho a recibir ayuda y protección. Aunque en la actualidad a muchos países se puede entrar sin pasaportes, la oficina inglesa de asuntos extranjeros les recomienda a los que viajan a que los porten para proporcionarlo como un medio fácil de identificación en caso de requerirlo.

Ahora, cierra tus ojos e imagina un mundo donde pudieras viajar a cualquier país sin tener que llevar contigo ningún medio de identificación, ya fuera el pasaporte, visa o tarjeta de identificación. (En realidad, trata de imaginar, si puedes, un mundo donde puedes manejar en tu propio estado natal sin ningún medio de identificación, licencia de conducir o cualquier otra cosa). Imagina un mundo en donde no tienes que encontrarte con los pervertidos de la TSA (siglas en inglés para la Administración de Seguridad en el Transporte), los policías matones, los burócratas del control fronterizo, los oficiales de la aduana corruptos y avaros, etc. Imagina un mundo en donde el gobierno no tiene forma de controlar tus movimientos y si ellos quieren impedir que un criminal vaya a algún lado, la carga de la prueba estuviera en ellos: que ellos necesitaran primero probar en la corte con pruebas incontrovertibles el crimen cometido y entonces hicieran el arresto de tal forma que los derechos de la gente inocente no fueran violados – sin bloqueo de caminos, sin hacer dar de vueltas a la gente inocente para checar sus papeles, etc. Imagina un mundo en el que puedes libremente portar armas contigo en el avión o en un barco, o cualquier substancia que quieras o cualquier tipo de objeto de valor sin temor a que algún ladrón del gobierno en algún lugar haya decidido que ciertas substancias u objetos de valor no pueden pasar la frontera. Imagina un mundo en donde puedes comprar una casa, hacer negocios o conseguir un trabajo en cualquier lugar en el mundo y nunca ver a un burócrata del gobierno, nunca necesitar tener que ver a uno o nunca necesitar tener una identificación para ninguna de las actividades que hayas escogido.

Eso mis amigos, era el mundo en el que vivieron nuestros ancestros a poco más de 100 años atrás. La cita que te di fue de la Enciclopedia Británica de 1911. En ese año, una persona podía viajar por el mundo sin pasaporte. Si ellos decidían llevar un pasaporte era para protegerse de los ladrones del gobierno, no para facilitar que los ladrones del gobierno controlaran sus movimientos. Lee un poco de novela de hace un siglo y pon atención a la forma en la que ellos viajaban: ellos nunca tenían que encontrarse con oficiales de aduana, con un control fronterizo o experimentar cualquier otra violación de sus derechos. Un alemán podía subirse a un barco que iba a México, cruzar por el Pacífico, tomar otro barco a California, convertirse en buscador de oro, amasar una fortuna, tomar su oro y sus armas que compró en EU y regresar a Alemania por la misma ruta y él nunca tendría que declarar su oro ni sus armas en la frontera, ni mostrar algún pasaporte, ni siquiera utilizar su verdadero nombre en ninguna parte. Mientras no hubiera nadie que lo acusara de algún crimen con algún gobierno, se le dejaba libre y no se le molestaba por viajar, trabajar, hacer negocios, establecer contactos, etc. Ese fue el mundo que se nos dejó como legado por nuestros antepasados Cristianos.

Hoy en día las afirmaciones de los paganos modernos de que eso era un mundo de tiranía y opresión son ridículas. Calvino huyó de París después del así llamado Caso de los Carteles en 1534 y cruzó a salvo las fronteras hacia Basel, un ilegal para el gobierno francés. En el transcurso de los siguientes años, él viajó libremente entre Basel y Suiza, Ferrara en Italia y Estrasburgo en Alemania e incluso regresó a París todavía sin ser arrestado ni molestado por las autoridades francesas. Dos siglos después, Voltaire, a quien bajo la llamada monarquía “absolutista” francesa le fueron prohibidas sus obras desde París porque se ganaron la ira del Rey, se estableció en Ginebra. Ginebra tenía una prohibición a representaciones teatrales en ese tiempo, así que Voltaire cruzó la frontera francesa de manera regular y montó sus obras en Ferney ¡Del lado francés de la frontera! Tan sólo compara esto con lo que Edward Snowden tuvo que vivir cuando expuso correctamente nuestro gobierno tirano y perverso en DC. ¿Tenemos libertad hoy en día? Actualmente no sabemos nada acerca de la libertad comparado con nuestros ancestros. La próxima vez que veas a un empleado del gobierno, dale las gracias por tu esclavitud. (De hecho, la próxima vez que veas a un votante, haz lo mismo).

Incluso durante la década de 1930 los periodistas y escritores ingleses y estadounidenses gustaban de burlarse de la frase alemana: “Sus papeles, por favor.” Como hombres Cristianos libres, ellos no entendían porque un gobierno forzaba a sus ciudadanos a gastar dinero en un pasaporte para que el gobierno pudiera controlar sus movimientos. Por supuesto, ellos todavía pensaban en términos de la moralidad Cristiana antigua, que la habilidad de moverse y viajar era un derecho humano básico que no podía ser pisoteado por ningún gobierno. En la Alemania Nazi y en la Unión Soviética era un privilegio otorgado por el estado. En la década de1960 los Servicios Aéreos de Rodesia todavía le recomendaban a sus pasajeros antes de un vuelo, tener sus revólveres descargados, sus pistolas automáticas con seguro y enfundadas correctamente lejos de los niños y sus rifles y escopetas descargadas y colocadas en los compartimentos superiores. (Y Rodesia en ese tiempo no era el país mafioso, corrupto, pagano, socialista, racista y retrasado que la moderna Zimbabue es, Rodesia era una nación Cristiana libre, desarrollada y moderna, era el milagro económico del mundo que mantenía un paso firme de crecimiento económico del 7% al año en medio de una recesión mundial.

Sí, este es el mundo que perdimos, un legado de más de un milenio de Cristianismo, pasar de una civilización Cristiana que empezó en las ruinas de una civilización pagana autodestructiva a desarrollarse en una civilización que gobernó el mundo y que trajo los ideales Bíblicos de libertad y de justicia para todos en todos los rincones del mundo. La historia del por qué lo perdimos y del por qué regresamos al mundo de la barbarie, de la opresión gubernamental es una larga historia. Es suficiente decir aquí de manera breve que la culpa es nuestra, de los Cristianos, por abandonar el mensaje integral del Reino de Dios y de enfocar nuestra atención en la salvación de nuestras pequeñas almas preciadas, excluyendo de manera efectiva de nuestra predicación más del 99% del Evangelio de Cristo que tiene que ver con el sujetar todas las cosas a Cristo. La culpa es nuestra porque hemos permitido que nuestros estrados en nuestras iglesias y seminarios estén llenos de hombres, quienes han predicado y realizado una vasectomía teológica en la iglesia, reduciendo la fe de la iglesia a unas cuantas proposiciones de salvación personal y al moralismo, abandonando de manera eficaz al mundo para el enemigo. Pero este es el tema de otro estudio y de otra conferencia.

Lo que queremos hacer aquí es indagar acerca de la historia de las leyes migratorias en el Reino de Cristo, de las leyes que los gobiernos han aprobado para controlar y darle seguimiento a los movimientos de individuos y de grupos de personas en las fronteras.

Actualmente los historiadores reconocen frecuentemente que parte del éxito del Evangelio en los inicios de la iglesia eran las rutas romanas terrestres y sus equivalentes marítimas, su tecnología desarrollada para la navegación y sus rutas marítimas seguras y libres de piratas. Tan sólo un par de generaciones antes de Cristo, Julio César utilizó el poder de Roma para destruir completamente todas las flotillas de piratas y nidos en el Mediterráneo. Tan completa fue su victoria que el efecto de esto duró por 7 siglos. No fue sino hasta el surgimiento del Islam que la actividad pirata se convirtió otra vez en una amenaza para la navegación. Su sucesor, Augusto César, se dio a la enorme tarea de construir caminos para el imperio que había crecido más allá que cualquier otro que el mundo hubiera conocido en ese tiempo. La oficina de construcción de caminos fue promovida al nivel de ministerio imperial. De hecho, a pesar de que no tenemos información directa acerca del presupuesto gubernamental de ese tiempo, debido a la extensa construcción de caminos en el tiempo de Augusto, muy bien pudo haber sido el asunto más grande en el presupuesto gubernamental durante su reinado, aún más grande que el de los gastos militares del Imperio. Además de la construcción de caminos gubernamentales, fue restablecida una antigua Ley Romana en el Imperio, acerca de que los viajeros podían cruzar libremente a través de propiedad privada si no había un camino en ella construido y mantenido por el dueño de la propiedad. Esto motivó a muchos terratenientes a construir y mantener caminos privados donde no hubiera caminos imperiales. Tan amplio era el sistema vial que Dionisio de Halicarnaso, al escribir Antigüedades Romanas para conciliar a sus compañeros griegos con la regla romana, puso aparte el sistema vial romano como uno de los tres grandes logros que demostraban la grandeza de Roma, aunado a los acueductos y al sistema de alcantarillado.

Los caminos no habrían sido de gran utilidad para el comercio o para el Evangelio, si los romanos no hubieran removido también todas las barreras legales para viajar. Lo que antes había sido un mundo fragmentado con muchos estados pequeños con restricciones migratorias en contra unos de otros y poblaciones rechazadas por edictos reales (recuerda como los Asirios, Babilonios y Persas restablecieron naciones completas), bajo Roma se convirtieron en un enorme territorio de viajes seguros y sin restricciones. Los romanos no lo hicieron porque ellos valoraran a los individuos o creyeran en la libertad individual, eso es seguro, pero independientemente de cuales fueran sus motivos, su política ayudó a que el Evangelio se propagara como incendio forestal, aún delante de la oposición tanto de judíos como del estado romano.

Es por esta razón que Pablo fue capaz de viajar más de 16,000 kilómetros durante el transcurso de 20 años – por lo menos es lo que está registrado en Hechos, quién sabe cuántos otros viajes no registrados hizo. Esto daría un promedio de 2.5 kilómetros cada día, si no contamos los Shabbats. Por otra parte, debido a la velocidad promedio de viaje en ese tiempo, él pasó un promedio de 3 horas diarias fuera de la protección de las ciudades. Lo cuál nos da un total de 2.5 años fuera de las ciudades y no tenemos un solo registro de que haya sido atacado por ladrones. La apelación de Pablo al César en Hechos 25 es tomada como algo casual y normal, y no vemos ninguna preocupación expuesta acerca de las dificultades del viaje a Roma.

Más adelante, cuando el estado romano se volvió más fascista, fue que se impusieron las restricciones en los viajes y en los asentamientos, primero a los extranjeros y después entre las diferentes provincias. El censo realizado por única vez descrito en Lucas 2:1 se convirtió, en los últimos años del Imperio, en una política amplia para restringir el movimiento de personas de todas las clases con el propósito de producir ingresos fiscales para el estado. Para ese tiempo, el Evangelio había alcanzado cada lugar en el mundo conocido e incluso había alcanzado a los bárbaros que estaban fuera de las fronteras. Un mundo abierto, fue un mundo abierto para el Evangelio y el Evangelio tomó ventaja completa de esto. Otras influencias religiosas, ideológicas y políticas también fueron capaces de tomar esa ventaja y así lo hicieron. Pero finalmente, la única influencia perdurable fue el Evangelio. En un mundo sin fronteras y de libre tránsito es donde el Evangelio triunfa sobre sus rivales.

Esta fue una lección bien aprendida por los primeros Cristianos. Tan bien aprendida, que cuando el Cristianismo estableció su dominio en Europa después del año 500 DC, durante casi 1400 años el Cristianismo no instituyó ninguna política de restricción migratoria. El cierre de las fronteras se le dejó al mundo pagano bárbaro. El mundo pagano tenía una razón para tener miedo del libre tránsito y de la migración, debido a que el Evangelio era una fuerza espiritual superior. China permaneció como una sociedad cerrada la mayor parte de su historia, limitando no sólo la inmigración de extranjeros sino también el comercio con los extranjeros. Japón utilizó su posición geográfica para establecer restricciones migratorias casi al punto de completo aislamiento del resto del mundo. La paranoia de China y de Japón ante cualquier extranjero tan sólo se puede comparar con la paranoia de las ciudades griegas o con la paranoia de los asistentes a la iglesia moderna estadounidense. Las restricciones comerciales fueron instituidas por el mundo musulmán a los comerciantes Cristianos. Las tribus paganas al norte y noroeste de la Europa Cristiana no permitían a ningún extraño en su territorio, muy parecido a lo que los misioneros testificaron de las tribus en el Amazonas en el siglo 20.

En contraste con esto, la Europa Cristiana abrió sus fronteras a la inmigración, confiados en el poder del mensaje del Evangelio. El Imperio Bizantino permitió que tribus paganas se establecieran dentro de las fronteras del Imperio y les permitió organizar sus propias áreas de jurisdicción tribal. Para los que se convertían en Cristianos, se les abrían posibilidades de participación política (Por lo menos uno de los emperadores fue de nacionalidad de los jázaros). La confianza en el poder del mensaje Cristiano y de la cultura Cristiana estaba justificado: políticamente, el imperio se desintegró pero religiosamente dejó tras de sí un legado fuerte de una cultura Cristiana. Tan fuerte, en realidad, que muchos siglos de esfuerzos concentrados de las autoridades otomanas para erradicarlo resultaron infructuosas y finalmente los sultanes se dieron por vencido. En la parte occidental del Cristianismo, se estableció el principio legal acerca de que los miembros no políticos de la sociedad – quienes no eran nobles, soldados y siervos de gobernantes – debían estar a salvo del acoso político, incluyendo las restricciones fronterizas. Esto llevó a ciertos momentos inusuales cuando después de guerras o plagas, diferentes principados competían realmente por captar familias de campesinos que viajaban libremente para que se establecieran en sus tierras. Las restricciones de ese tiempo eran económicas no políticas y a una persona económicamente libre se le permitía viajar a donde quisiera.

Hoy en día es sorprendente para nosotros leer relatos de personas que fueron declaradas proscritos y sin embargo fueron capaces de viajar extensamente sin ser arrestados, algunos se cambiaron sus nombres para encubrir su identidad. Se daba por sentado en la Europa Cristiana que los funcionarios de gobierno no podían detener a una persona simplemente por parecer sospechosa. En el transcurso de 1,000 años la Europa Cristina fue transformada de un lugar pagano/bárbaro a una cultura civilizada donde el individuo tenía derechos como en ningún otro lugar.

La Reforma y las guerras de Reforma crearon otro precedente legal y otro concepto relacionado con la migración, uno tomado directamente de la Ley de Dios: las ciudades de refugio (de Números 35). En la actualidad pocas veces se comprende que los Reformadores veían el Cristianismo en general como una civilización de refugio y por lo tanto, veían a las naciones Reformadas como naciones de refugio en primera instancia. Mucho se ha escrito por historiadores ignorantes y parciales acerca de la Ginebra de Calvino como una ciudad “religiosa” donde los zelotes religiosos reinaban sin oposición. La verdad es que durante mucho de la estadía de Calvino en Ginebra, el gobierno estaba en las manos de los oponentes teológicos de Calvino, los libertinos, quienes eran ateos practicantes. Ginebra fue ridiculizada y atacada por los romanos no por su “tiranía,” como la gente ignorante quiere creer hoy en día, sino por sus ¡libertades excesivas! Y, ¿por qué tenía Ginebra exceso de libertades? Porque los de Ginebra no consideraban a su ciudad un baluarte de la Reforma sino una ciudad de refugio, un territorio seguro para quienes huían de la miseria económica, de problemas políticos, plagas, etc. Esta es la razón por la que en el periodo de estadía de Calvino en Ginebra la población de la ciudad incremento de 4 a 5 veces: matemáticamente, este sería un incremento del 7 u 8 % por año en el transcurso de 20 años. Para hacer una comparación, durante el mismo periodo de tiempo la población de Europa disminuyó entre un cuarto y un tercio del total debido a guerras, plagas y condiciones climáticas extremas.

Las otras naciones Reformadas tampoco permanecieron inactivas. Los Países Bajos, Escocia, Inglaterra y los principados calvinistas en Alemania estuvieron reclutando inmigrantes activamente para sus países. El destino de los Hugonotes franceses es muy conocido, así como su migración hacia los Países Bajos, Inglaterra y el Norte y Sur de Carolina. Menos conocida es la sorprendente invitación abierta que estos países Reformados extendieron a las comunidades judías perseguidas en España y Francia; asombrosa al menos por los estándares de la época. (Recuerda, en la década de 1930 el gobierno socialista/fascista de Franklin Delano Roosevelt le negó la entrada a los refugiados judíos de la Alemania Nazi, entregándolos de manera efectiva a la muerte). Los oponentes de Oliver Cromwell esparcieron el rumor de que él era descendiente judío debido a su política de fronteras abiertas, de la cual los judíos tomaron grande ventaja. Una de las formas originales de manejar el establecimiento de colonias en el Nuevo Mundo era hacerlas “ciudades de refugio,” como lo muestra la historia tanto de los Peregrinos como la de los Puritanos en Massachusetts.

El sentimiento de Emma Lazarus en su “Coloso Nuevo” era el sentimiento heredado de sus generaciones previas de ancestros judíos, quienes encontraron refugio en las tierras Reformadas:

“Dame a tus cansados, tus pobres,

a tus amontonadas masas que anhelan respirar la libertad,

Los miserables rechazados de tus abundantes playas.

Envíame a esos, a los desamparados, a los azotados por la tempestad:

Yo levanto mi lámpara junto a la puerta dorada.”

El concepto de la “ciudad de refugio,” por supuesto estaba íntimamente relacionado con el más importante de todos los conceptos sociales de la Reforma, la “ciudad en el monte.” Tomaría toda otra conferencia para explicar el por qué ese es el concepto más importante de la Reforma, cómo influenció la fundación de Estados Unidos y cómo lo perdimos. Para resumir, la idea de construir una sociedad que exhibe la justicia y misericordia de Dios era algo medular en las enseñanzas y la práctica de los Reformadores y de su herencia espiritual. Pero si las comunidades Reformadas se convertirían en una ciudad sobre el monte, en faros de la libertad y justicia de Dios para todos, era natural esperar que la “gloria y el honor de las naciones” fueran llevados dentro de esta ciudad (Apocalipsis 21:24-26) y que las “amontonadas masas que anhelan respirar la libertad” estuvieran ansiosas por establecerse en ella. Una ciudad sobre el monte cuyas puertas están cerradas es el calabozo de un tirano, no los pasillos de celebración del Rey de reyes. Las puertas de las comunidades Reformadas, por lo tanto, debían permanecer abiertas para todos los que tuvieran el anhelo y la voluntad de entrar.

La historia de los últimos cuatro siglos provee de abundantes pruebas del éxito de este punto de vista. De manera contraria a los temores infundados de los Cristianos modernos estadounidenses, las puertas abiertas no atraen a los criminales y a la gente floja, más bien al tipo de personas morales, trabajadoras y emprendedoras quienes están dispuestas a mudarse a un lugar mejor buscando mayor seguridad y mejores oportunidades para sus hijos. El argumento es el mismo que el argumento acerca del control de armas: cuando las armas son prohibidas, sólo los criminales tienen armas pero cuando las armas son permitidas por cada criminal existe un número de personas honestas que pueden dispararles de regreso. De la misma manera, cuando las fronteras están cerradas, sólo los criminales las cruzan pero cuando las fronteras están abiertas, por cada criminal existen multitudes de trabajadores y empresarios honestos que quisieran entrar y establecerse. Las comunidades Reformadas que han abierto sus puertas al flujo de inmigrantes, Cristianos o no Cristianos, prosperaron abundantemente en el lapso de una generación después de haber sido el bache económico de Europa. La Holanda protestante se benefició tan grandemente de la migración “descontrolada,” que el país que en 1540 consistía en unos cuantos poblados de pescadores en los pantanos a orillas de las posesiones de Habsburgo, en el lapso de una generación, para 1580, fue el milagro económico, social y militar del mundo.

Fue este concepto el que estuvo en la fundación de los puntos de vista acerca de la migración de las primeras colonias en Estados Unidos. Los colonizadores se opusieron a las restricciones migratorias por considerarlas una violación a sus derechos. La prohibición Real en cuanto a la colonización de los Apalaches y más allá de los Apalaches fue ignorada y desobedecida por grandes cantidades de los primeros colonizadores estadounidenses. En un sentido, la mayoría de los soldados del Ejército Continental fueron, según la jerga estatista moderna, “inmigrantes ilegales.” (Si ellos hubieran sido personas decentes, habrían obedecido las leyes migratorias del Rey, ¿no es cierto?) No podemos comprender el Cuatro de Julio y el significado de la Revolución estadounidense si no consideramos el hecho de que esta gente violó las leyes Reales ya que las creían injustas. Y una de esas leyes era la prohibición a la inmigración.

De manera sorprendente, la prueba de esto se encuentra en la misma Declaración de Independencia, la cuál los conservadores afirman honrar como uno de los documentos base de los Estados Unidos:

Se ha tratado grandemente de prevenir que sean poblados estos Estados, para lo cuál se obstruyen las Leyes de Naturalización a Extranjeros, rehusándose a aprobar otras que los animen a migrar para acá y a elevar las condiciones para las nuevas Apropiaciones de Tierras.

Los conservadores modernos respetan de dientes para afuera estas palabras y después se voltean y demandan del gobierno actual lo mismo por lo que los colonizadores pelearon en contra. (A esto se le llama esquizofrenia intelectual.) La inmigración era considerada vital para la visión de una ciudad sobre el monte. Los Patriotas – y en especial la multitud de Presbiterianos Calvinistas – no querían simplemente la inmigración, ellos querían leyes que la incentivaran.

La Constitución de los EU no le concedió a ninguna rama del gobierno federal el derecho de controlar la inmigración. Sí le encargó al Congreso aprobar leyes para regular la naturalización, es decir, el derecho de los extranjeros al sufragio político. Esto era bastante comprensible, dado el hecho de que la inmigración era un derecho y una necesidad religiosa para la ciudad sobre el monte. El sufragio político era un privilegio. No todos podían votar pero todos podían venir y prosperar.

Y en realidad, entre la Guerra de Independencia (1776) y 1882 no había ni el menor intento del Congreso de controlar o regular la inmigración. En conformidad con la Constitución, el Congreso aprobó en 1790 – un año después de la formación de Estados Unidos bajo un solo gobierno federal – la Ley de Naturalización, regulando no la inmigración sino el derecho a la ciudadanía. Se puede decir mucho acerca de este hecho y de su carácter discriminatorio: este permitía a un inmigrante recibir la ciudadanía después de haber permanecido dos años, pero excluía a los negros, indios estadounidenses y asiáticos, así como a los esclavos y a los siervos contratados. Esta ley fue modificada varias veces entre los años de 1790 y 1921 para solucionar algunos problemas o crear nuevos problemas. Básicamente, a pesar de que no limitó ni controló la inmigración, el concepto Cristiano Reformado antiguo de una ciudad de refugio permaneció como el fundamento de la política migratoria de Estados Unidos cerca de un siglo más. De hecho, en unos cuantos casos, la inmigración era incentivada y en la década de 1840 y de 1850, mientras que el conflicto entre el Norte y los estados del Sur se estaba gestando y acelerando, ambos lados trabajaron frenéticamente para atraer a inmigrantes. Para 1860 el Norte tenía una ventaja numérica obvia en relación al Sur. El Sur había fracasado en atraer a los inmigrantes suficientes como para conservar el balance demográfico. La afluencia de inmigrantes le proveyó al Norte, no sólo de suficientes recursos humanos para sostener al ejército del Norte sino que también le proveyó la mano de obra necesaria para sostener la creciente base industrial. Sin mencionar que más inmigrantes, implicaba más gente con ideas nuevas y desafiantes, espíritu empresarial y habilidades para organizar la producción a niveles antes no vistos. Para ganar la guerra, el Norte necesitó enlistar sólo a un 20% de su población masculina adulta, a diferencia de la población del Sur que necesitó de un 80% y más. Además, de manera significativa, el Norte salió de la guerra mucho más desarrollado industrialmente. En 1870, Estados Unidos era ya una superpotencia económica mundial, debido a la combinación única de la ética Puritana del trabajo y a la inmigración sin restricciones que brindaban una gran cantidad de mano de obra y de talento.

Desafortunadamente para el Norte y para Estados Unidos en general, mediados del siglo 19 también fue el tiempo en el que empezaron los primeros sindicatos. En las ciudades muy pobladas del Noreste, su influencia incrementó casi inmediatamente y para la década de 1880 los grupos de sindicatos individuales, fragmentados y aislados empezaron a unirse para tomar acción. Parte de su lucha era legítima y de carácter económico en cuanto a proveer al trabajador individual algún tipo de apoyo para su protección. Estos empezaron a organizar fundaciones de asistencia mutua, cursos de entrenamiento, fondos para el retiro, etc., además de la negociación colectiva. Sin embargo, parte de su lucha era política e inmoral y su objetivo principal en la lucha política no eran los empleados ni los bancos que proveían el capital de crecimiento, sino la competencia frente a los inmigrantes extranjeros. Principalmente los chinos.

Para 1882, se aprobaron dos leyes para excluir a los trabajadores chinos del mercado laboral en los Estados Unidos. El argumento planteado por los activistas sindicales y los primeros marxistas en los Estados Unidos, fue el argumento ya conocido que es utilizado por los conservadores actualmente: “Los chinos toman nuestros trabajos, bajan los salarios y no son capaces de asimilar ni adoptar nuestra cultura.” (La próxima vez que escuches a un conservador utilizar este argumento en contra de los mexicanos recuerda que tan sólo está repitiendo sin pensar un lema socialista y marxista antiguo y trillado). Sí existían algunas preocupaciones morales legítimas, debido a que los peones chinos no eran individuos libres que migraban por su propia voluntad sino que en realidad eran esclavos comprados en China a amos feudales por medio de agentes de compañías ferroviarias estadounidenses. Después de la Guerra entre los Estados tal esclavitud era vergonzosa para un gobierno que pretendía haber exterminado la esclavitud. Otra ley también fue aprobada para prohibir la importación de trabajadores para cualquier tipo de negocio, de cualquier parte del mundo, terminando con la práctica de muchos industriales de origen alemán de embarcar a cientos de trabajadores para sus fábricas. Ninguna de estas leyes, sin embargo, prohibió que un individuo extranjero entrara al país y se estableciera. Estas si tuvieron un efecto económico negativo principalmente en las industrias ferroviarias y de minería, las cuales utilizaban bastante mano de obra importada. Pero estas no eran leyes de migración. La migración se le dejaba a los estados y debido a que los estados competían por los inmigrantes, no había límites. Los antiguos principios religiosos combinados con los incentivos económicos de la era industrial, hizo que Estados Unidos abriera sus fronteras.

Es importante notar que la decisión de la Suprema Corte en 1892, de que “Estados Unidos es una nación Cristiana,” fue hecha haciendo referencia a un caso de inmigración, donde la Iglesia de la Santa Trinidad desafió una de estas leyes restrictivas de empleo y ganó. Es irónico que tal declaración de la corte se usara en contra de una ley migratoria.

La Guerra entre los Estados sólo aceleró la centralización del poder del gobierno en Washington DC y en la década de 1880 el gobierno federal ya era un agente activo por sí sólo listo para traspasar aún más límites. Recuerda, el motivo inmediato para el inicio de la Guerra entre los Estados no fue la esclavitud sino el asunto de quien recibiría los derechos arancelarios. Para 1882 mucha gente inteligente en Washington se había dado cuenta que la inmigración era una enorme fuente de ingresos sin explotar. Debido a que el producto de importación principal de Estados Unidos era la gente, debía haber una tarifa para eso.

Así es que en 1882 se aprobó la primera verdadera Ley Migratoria en Estados Unidos. Su propósito principal era la recaudación de un impuesto de 50 centavos per cápita, es decir por cada inmigrante. Para no hacer tan notorio que este acto estaba centrado en la recaudación de ingresos para el gobierno federal, se añadieron algunas estipulaciones proforma, declarando que ciertas personas consideradas LPC, por sus siglas en ingles para “probable cobro público,” no serían elegibles para la migración: convictos, lunáticos, idiotas y personas incapaces de cuidarse a sí mismas. Rindiendo homenaje a los valores Cristianos del pasado, la Ley establece de manera específica que la categoría “convicto” excluye a quienes fueron convictos por ofensas políticas, reflejando así la creencia estadounidense tradicional de que Estados Unidos era un refugio para quienes son perseguidos por tiranos extranjeros.

El propósito principal de esta Ley, por supuesto, era la creación de la primera burocracia federal masiva de migración y la creación de una fuente de ingresos para el gobierno federal que no pudiera ser impugnada o influenciada por los estados. La administración de política migratoria creada por esta ley se convirtió en una antecesora de muchas agencias modernas, desde la agencia de Servicio de Naturalización e Inmigración hasta el Departamento de Seguridad Nacional y el TSA (siglas en inglésde para la agencia de seguridad del transporte). El impuesto per cápita se incrementó de 50 centavos en 1882 a $8 dólares en 1917 (en un periodo del oro como moneda y de una deflación de la moneda en curso de aproximadamente del 7% en total). Para la mayor parte de estos 35 años, sólo los ingresos por migración (excluyendo todos los demás ingresos) superaron de manera abundante todos los costos de la gestión del gobierno federal. Los inmigrantes eran una mina de efectivo para la agenda estatista de Washington DC.

Debido a que la ley estaba más bien enfocada en los ingresos que en controlar la inmigración, hizo muy poco en cuanto a restringirla. Durante los siguientes 30 años la población de Estados Unidos se triplico de más de 30 millones a 100 millones. Esta era una situación sin precedente en la historia: nunca antes y nunca después ha visto una nación tal crecimiento demográfico de forma descontrolada. Ahora bien, de manera contraria a los prejuicios necios de los conservadores modernos, este crecimiento sin precedente coincidió con el periodo del crecimiento económico más agresivo en la historia del mundo. Nunca antes y nunca después una nación ha visto un crecimiento tan exagerado en la prosperidad económica y en el dominio sobre la economía del mundo.

No obstante había un problema y el problema fue que el flujo de inmigrantes en una taza promedio de 2 por cada ciudadano creó una gran diversidad en la población que no era deseable. ¿Indeseable para quién? Para una pequeña elite de políticos e intelectuales de Nueva Inglaterra (los Yankeeland) quienes habían adoptado las ideas de Darwin y del racista francés Gobineau (aclamado por Marx y Engels por sus “estudios” racistas) y quienes habían convertido en su meta la supervivencia de la raza blanca por encima de las “razas inferiores.”

El ideólogo de las nuevas políticas migratorias fue un Prescott F. Hall, un abogado de Boston quien en 1894 se convirtió en el fundador y el primer secretario de la Liga de Restricción Migratoria. Una breve pero exhaustiva reseña de todos sus intereses y puntos de vista debe ser presentada aquí para poder comprender cómo obtuvimos nuestras primeras verdaderas leyes de restricción migratoria.

Los puntos de vista de Hall fueron una forma no refinada de todo lo que después vendría a ser la ideología oficial del Partido Nacional Socialista en Alemania. Él creía en lo oculto y era miembro de la Sociedad Estadounidense de Investigación Psíquica, la cual estaba dedicada al estudio de los fenómenos paranormales. También creía en el determinismo genético, es decir que la cultura de una nación esta determinada por sus genes, por lo tanto, la contaminación genética podía llevar a la degeneración cultural y social. Por esta razón, él era un defensor de la eugenesia, la pseudociencia que condujo a la legalización forzada de esterilización a ciertas clases en la sociedad estadounidense. El visualizó la sociedad perfecta como una sociedad genéticamente homogénea, en la cual la raza superior de humanos genéticamente puros establecía una cultura conforme a su constitución genética, no contaminada por otras constituciones genéticas. También fue un defensor vehemente de la educación centralizada del gobierno, un admirador de Horace Mann y de un activista de la Asociación Nacional de la Educación. Además fue un evolucionista que creía en la lucha por la sobrevivencia como la motivación principal para todas las relaciones y conflictos sociales. Él creyó que el mundo sería más rico si el carácter racial superior se volvía el dominante. Aquí hay una cita de sus ensayos sobre inmigración:

Las razas del Mediterráneo, a diferencia de las Nórdicas, ponen sus esperanzas en el Estado para el progreso, en lugar de ponerlas en las empresas individuales. La conciencia semita, como se expresa en hombres como St. Paul, Spinoza, Marx y Bergson, es la triunfadora de los universales abstractos en contraste con el concretismo nórdico. Una nación con muchas razas no tiene ya un alma, un espíritu. Su integridad puede ser destruida no sólo a través de la herencia por medio del mestizaje sino que también de una forma más lenta, por medio del cambio en el ambiente a través de la simple presencia de elementos extraños. Gobineau hace tiempo señaló que la doctrina de que todos los hombres son iguales es proclamada sólo por las razas mixtas…

Por supuesto es irónico que, 100 años después de que él escribiera esto, los únicos centros de adoctrinamiento socialista verdaderos que enseñan solo los universales abstractos en el mundo sean las universidades de Yankeeland, la cuál funciona casi por completo por profesores “nórdicos.” De manera irónica mientras que él escribía estas líneas, se estaba formando el Partido Democrático Social de Suecia, que después se convertiría en el partido gobernante en ese país por más de dos generaciones, convirtiendo a la nación “Nórdica” en un rebaño que dependía del estado para su progreso. Al mismo tiempo, una generación de profesores judíos (semitas) estaban estableciendo los fundamentos de la Escuela de Economía de Austria, la defensa más cabal del individualismo y de la iniciativa privada que jamás se hubiera escrito antes en la historia de la economía. Si Teodoro Roosevelt era un fascista entre los políticos, Prescott Hall era su ideólogo y la voz política pública para la Liga de Restricción Migratoria era Henry Cabot Lodge, amigo de Teodoro Roosevelt y un ferviente Nacionalista Estadounidense.

En 1921 y en 1924 se aprobaron dos leyes migratorias, la Ley de Cuotas de Emergencia y la Ley Nacional de Orígenes que establecieron cuotas, las cuales, introdujeron un control absoluto del gobierno federal sobre la inmigración, violando la Constitución que le daba poder al Congreso sólo sobre la naturalización de los extranjeros. Las leyes fueron profundamente racistas. Las “cuotas” en realidad eran cuotas porcentuales de diferentes regiones genéticas del mundo. Homogeneizar Estados Unidos genéticamente era visto por los estatistas de ese tiempo como un prerrequisito necesario para establecer un gobierno centralizado en todo Estados Unidos. Personas de diferente genética sólo crearían una confusión mayor y frustrarían los esfuerzos hacia una mayor centralización.

Si has leído la novela Brave New World/ El Nuevo Mundo Feliz por Aldous Huxley, ésta en parte está inspirada por la ideología política oficial en Estados Unidos en la década de 1930, influenciada por los puntos de vista de Prescott Hall y sus compañeros ideólogos. La novela describe exactamente el tipo de mundo que Hall querría. La otra influencia fue Herbert George Wells, el famoso escritor de ciencia ficción británico, quien tuvo los mismos puntos de vista acerca de las razas y la inmigración que Hall. También necesitamos enfatizar que Wells era un Socialista Fabiano comprometido y que la Sociedad Fabiana era originalmente darwiniana y racista de hueso colorado. Otra conexión era Margaret Sanger, otra Socialista Fabiana, que creía en la supremacía racial y una activista pro aborto como un medio de exterminación de razas indeseables. Este era el origen de las primeras leyes verdaderas de migración en los Estados Unidos.

Después de la derrota de la Alemania de Hitler, las leyes de migración basadas en el racismo se convirtieron en una vergüenza para los Estados Unidos, así que justo después de la guerra se inició un trabajo para cambiar las políticas migratorias, aunque el cambio no pretendía regresar a Estados Unidos a su fórmula original de fronteras abiertas. Una vez que el gobierno federal adquiere cierto nivel de poder no renuncia a este. El esfuerzo se encaminaba a encontrar una fórmula nueva para continuar con el control federal sobre la migración en el mundo posterior a Hitler. El resultado fue que la Ley de Migración y Naturalización de 1952 fue una violación de la Constitución en la que el Congreso ratificó su control sobre la migración, lo cuál no era una de sus prerrogativas constitucionales: la migración se le dejaba a los Estados y a la gente, sólo la naturalización se le dejaba al Congreso. Esta ley conservó la fórmula de los orígenes nacionales, pero la ideología fue cambiada de racista/genética a fascista/colectiva. Las leyes previas consideraban a la gente como individuos, ahora esta ley los veía como miembros de bloques culturales que eran incapaces de ser re educados culturalmente ya que pertenecían a lo colectivo. En su defensa a esta ley, su diseñador, el abogado demócrata y Senador Pat McCarran dijo lo siguiente:

Sin embargo, hoy en día tenemos bloques recalcitrantes que no se pueden digerir, que no se han integrado en la forma de vida estadounidense, sino que por el contrario son sus enemigos acérrimos.

Esta es la manera en la que reconoces a un socialista, liberal o fascista: ellos nunca piensan en términos de individuos, siempre piensan en términos de “bloques.” Algo completamente opuesto al espíritu estadounidense original que le dio a los individuos el derecho de la auto determinación y no los demonizaban por pertenecer a cualquier grupo que escogieran.

No es de extrañarse que McCarran expresara ese tipo de sentimientos. Su apodo era el “Senador de Madrid.” En ese tiempo, España estaba bajo el régimen fascista/militar del dictador Francisco Franco y McCarran era un admirador de Franco. Él estaba convencido que el sistema de Franco de forzar la uniformidad cultural en toda una nación era el sistema social y político superior. Él dedicó mucho de su carrera política al cabildeo para conseguir apoyo extranjero para el régimen de Franco. (“Si el sistema era superior, ¿por qué necesitaba de ayuda?” nos podemos preguntar).

La ley de 1952 amplió la burocracia federal ya que incluyó una disposición para admitir migrantes con habilidades especiales, además legisló la prohibición de la migración para gente que fuera “compañera de viaje” de los partidos Comunistas de todo el mundo. Departamentos completamente nuevos se necesitaban ahora para ser capaces de determinar que habilidades tenían los inmigrantes en potencia y determinar si “simpatizaban” (una definición para los “compañeros de viaje” era de alguien que “simpatiza con”) con algún partido comunista.

Este periodo abiertamente fascista en al política de migración en los Estados Unidos duró 13 años, hasta que otro grupo de Demócratas – Emmanuel Celler, Phillip Hart y Ted Kennedy – inició el último periodo socialista, periodo que continua hasta ahora y cuyas políticas son apoyadas de forma vehemente por los modernos que se hacen llamar “conservadores” (y muchos asistentes a iglesias) en los Estados Unidos. Esto esta completamente basado en la ideología de Lyndon Johnson sobre la Gran Sociedad y las ideas de la élite política liberal estadounidense para el diseño social. La ley de Migración y de Servicios de Nacionalidad de 1965 removió la fórmula de Orígenes Nacionales pero reafirmó el control firme del gobierno federal sobre la migración. La ideología de “adaptación a la cultura” se convirtió en la ideología dominante de la política migratoria de los EU pero lo que la cultura estadounidense habría de ser se le quedó por completo a los burócratas federales que no fueron elegidos para que ellos lo decidieran. La Ley también removió la decisión centralizada de admisiones migratorias desde el suelo estadounidense, y se la otorgó a los consulados de EU por todo el mundo. De este modo es comprensible que los burócratas migratorios estuvieran ahora a salvo de cualquier supervisión y cualquier impugnación de parte de los contribuyentes estadounidenses. De esta forma, ahora los burócratas no electos en los EU determinaban quienes eran los migrantes que el gobierno quería, además los burócratas no electos fuera de EU decidían que individuos que migraban llegarían a territorio estadounidense. Con el tiempo, a los consulados se les concedió el poder de controlar no sólo la migración sino también los viajes de negocio y los personales.

Lo que tan sólo una generación anterior fuera ridiculizado por los periodistas estadounidenses en la Alemania Nazi, la obsesión con el “Muéstreme sus papeles,” se convirtió en una política establecida del gobierno federal en cuanto a los ciudadanos no estadounidenses. Le tomaría toda otra generación a la política desarrollarse y convertirse también en la política establecida para los ciudadanos estadounidenses. Actualmente, como ciudadano estadounidense intente ir a cualquier parte sin sus papeles.

Como cualquier política socialista, eso no funcionó. Los inmigrantes continuaron utilizando formas de darle la vuelta al sistema para migrar y para la década de 1980 EU tenía millones de “inmigrantes ilegales.” (Las restricciones migratorias funcionan como las prohibiciones de armas y las prohibiciones en contra del alcohol y las drogas). Una ley no Bíblica y anticonstitucional no estaba funcionando – ¡a quién se le habría ocurrido! Para la década de 1980 la ley ya estaba bajo críticas severas de parte de muchos políticos conservadores, incluido entre ellos Ronald Reagan. En 1981, a unos cuantos meses de su primer periodo, el Presidente Reagan hizo una declaración especial acerca de la migración, anunciando su objetivo de una reforma migratoria que regresaría a Estados Unidos a su propósito original de una ciudad sobre el monte (su frase fue a una “ciudad que brilla”). Él declaró que estaba buscando amnistía para los extranjeros ilegales:

Los inmigrantes ilegales, que son bastantes en número, se han convertido en miembros productivos de nuestra sociedad y son una parte fundamental de nuestra fuerza laboral. Aquellos que han establecido equidad en los Estados Unidos deberían ser reconocidos y se les debería otorgar un estatus legal.

En la década de 1980, eran los liberales en este país quienes estaban preocupados por que los “inmigrantes destruyeran su cultura.” Si en ese tiempo tu le hubieras dicho a un conservador que la migración era peligrosa para la cultura, se hubiera reído mientras te sacaban del cuarto. La migración para los conservadores era una prueba de la superioridad de la cultura estadounidense. ¿Por qué alguien dejaría sus condiciones miserables para irse a Estados Unidos con el propósito de replicar sus mismas condiciones ahí?

La Ley de Control y Reforma Migratoria de 1986 no cumplió con todas las expectativas de Reagan. Sí le concedió amnistía a millones de inmigrantes ilegales, como era el anhelo de Reagan, pero también puso cargas y limitó la libertad de los empleadores: Ahora a ellos les fue prohibido contratar a inmigrantes ilegales y tenían la obligación de reportar el estatus legal de sus empleados. La razón puede residir en el hecho de que los diseñadores de la ley eran dos legisladores extremadamente liberales, el Demócrata Romano Mazzoli y el Republicano Alan K. Simpson. (Simpson era un defensor público de la legislación del aborto y la sodomía). Al final de su carrera política, Ronald Reagan expresó su versión original con las siguientes palabras:

He hablado de una ciudad que brilla durante toda mi vida política pero no sé siquiera si alguna vez pude transmitir lo que yo veía cuando lo comenté. Pero en mi mente era una ciudad alta, orgullosamente construida en el monte sobre las rocas, más fuerte que los océanos, que vientos fuertes, bendecida por Dios y repleta de gente de todo tipo viviendo en armonía y paz. Una ciudad con puertos abiertos con el murmullo del comercio y la creatividad, y donde si tuviera que haber murallas fueran muros que tuvieran puertas y que las puertas estuvieran abiertas a cualquier persona que quisiera y tuviera en el corazón llegar hasta aquí.

En algún momento entre 1989 y hoy, sucedió algo en la mente de los conservadores estadounidenses. Su mente fue lavada para aceptar como un “valor conservador” la política que siempre ha sido una política estatista, socialista, fascista, liberal y racista: restringiendo el movimiento de los individuos para cumplir los propósitos del estado. En el siguiente estudio veremos cómo es la situación actual, cómo se compara con la Biblia y qué argumentos son utilizados por los conservadores para apoyarla.

 

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