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De Piñatas y Reyes Parte IV Salomón el Sabio

El Rey Salomón, el rey sabio…¿tal vez no tanto? 1 Reyes 1-11, 2 Crónicas 1-10

Estamos estudiando la guerra espiritual por medio de un estudio de los reyes del linaje real de David. Aprendimos que la guerra espiritual no está desconectada con la vida cotidiana aquí en la tierra en la carne. Lo que sucede en la tierra en el tiempo refleja y es una consecuencia de la guerra entre Dios y sus enemigos, los poderes y potestades en los lugares celestiales.

Además aprendimos que el contexto de la guerra espiritual es el Pacto entre Dios y el hombre. Un pacto es un acuerdo entre dos personas no iguales que incluye obligaciones y está sellado con un juramento. Tiene cinco cláusulas:
1. Nombrando el Rey (Dios)
2. Identificando sus representantes.
3. Estipulando las reglas, la Ley
4. Destacando las sanciones, bendiciones y maldiciones por cumplir o no con el acuerdo según la Ley del pacto, y
5. Visionando el futuro, la herencia, en otras palabras el principio de la siembra y cosecha (Gálatas 6:7).

La historia de Salomón es muy conocida a todos aun a los inconversos, el rey más sabio de toda la historia. Era tan sabio porque reconoció su necesidad y cuando Dios le ofreció conceder el deseo de su corazón Salomón pidió sabiduría para gobernar bien al pueblo de Israel. En términos del pacto pidió sabiduría para ser un buen representante de Dios en la tierra administrando bien la justicia según la Ley de Dios. La definición bíblica de la sabiduría es la habilidad de discernir entre el bien y el mal. El fundamento o cimiento o punto de partida de la sabiduría es el temor del Señor según el mismo Salomón (Proverbios 1:7; 9:10).

salomon-historiaEl máximo ejemplo de la sabiduría de Salomón es el incidente con las dos mujeres batallando sobre el niño. Un juicio sabio dependía del pacto y la ley. La ley requiere que un juez establezca todo hecho con el testimonio de uno o dos testigos (Deuteronomio 17:6; 19:15; 1 Timoteo 5:19). No está permitido juzgar sobre opiniones de cómo es el corazón del acusado, sus motivaciones. Por eso, no se debe obligar a un acusado someterse a un examen de detector de mentiras y la información ganada así no debe ser aceptada como testimonio o limitarlo a evidencia circunstancial.[1]

En el caso de las rameras y el bebé no había testigos, solo las dos mujeres. La sabiduría de Salomón se mostró en que sacó testimonio verdadero de ellas mismas. La que no era la mamá mostró una actitud cruel hacia al niño mientras la mamá real insistió en ceder sus derechos al niño para salvarle la vida.

Un segundo aspecto de la ley que se ve en este caso es el énfasis en los derechos de la víctima. El delito de la mujer que robó el niño no fue contra el estado sino contra su compañera y aún más contra Dios.[2] La justicia bíblica tenía que sostener los derechos de la víctima, la mamá del niño vivo, no sólo porque fue dañada por su compañera sino porque ella sirvió como representante de Dios. Dios siempre es la víctima principal en cualquier acto criminal. Fue obligatorio que Salomón impuso las sanciones especificadas en la Ley como el representante del Pacto de Dios en la tierra. La decisión judicial regresó al niño a su madre real pero no hay evidencia de otra sanción contra la compañera. Se fue libre y sin niño.

La sabiduría que Dios concedió a Salomón lo hizo también un gran científico. Estudiaba la naturaleza y escribió varias enciclopedias en que acumuló sus observaciones. Su sabiduría también impactó la vida económica del pueblo en formas muy prácticas. Hizo la plata tan común como las piedras. En el área de las relaciones extranjeras su sabiduría produjo años de paz. Estaba en paz con sus vecinos hasta que ellos le pagaban tributos y regalos (1 Reyes 4:21; 10:14, 24).

Y todo esto empezó con lo que se llama lo espiritual. La oración de Salomón de dedicación del templo es ejemplar (1 Reyes 8:22-53; 2 Crónicas 6:12-40). En su bendición al pueblo después de su oración dijo, “Que incline nuestro corazón hacia él, para que sigamos todos sus caminos y cumplamos los mandamientos, decretos y leyes que les dio a nuestros antepasados.” Luego Dios apareció a Salomón por la segunda vez e hizo un pacto con él. El pacto presenta los dos caminos, una promesa y una advertencia (1 Reyes 9:3-11; 2 Crónicas 7:11-22).

“…si me sigues con integridad y rectitud de corazón, como lo hizo tu padre David, y me obedeces en todo lo que yo te ordene y cumples mis decretos y leyes, yo afirmaré para siempre tu trono en el reino de Israel, como le prometí a tu padre David cuando le dije: “Nunca te faltará un descendiente en el trono de Israel.”
»Pero si ustedes o sus hijos dejan de cumplir los mandamientos y decretos que les he dado, y se apartan de mí para servir y adorar a otros dioses, yo arrancaré a Israel de la tierra que le he dado y repudiaré el templo que he consagrado en mi honor.”

Mientras Salomón caminó con Dios como su representante fiel había justicia, paz y prosperidad para el pueblo. Salomón hizo la plata tan común como las piedras en Jerusalén (1 Reyes 10:27). Su reino se extendía grandemente y el pueblo estaba en paz en todas sus fronteras (1 Reyes 4:24). Pero Salomón no terminó bien porque no era fiel en cumplir con su promesa de obedecer todo lo que Dios le había mandado. Confiaba tanto en su sabiduría y sus riquezas que se le olvidó de Dios. Parece que se pensaba arriba de la ley que por su éxito las leyes para los reyes de Israel en Deuteronomio 17:14-20 no le aplicaban.

»El rey no deberá adquirir gran cantidad de caballos, ni hacer que el pueblo vuelva a Egipto con el pretexto de aumentar su caballería, pues el Señor te ha dicho: “No vuelvas más por ese camino.” Deuteronomio 17:16

Los caballos de Salomón eran importados de Egipto y de Coa, que era donde los mercaderes de la corte los compraban. 1 Reyes 10:28

El rey no tomará para sí muchas mujeres, no sea que se extravíe su corazón…Deuteronomio 17:17a

…además de casarse con la hija del faraón, el rey Salomón tuvo amoríos con muchas mujeres moabitas, amonitas, edomitas, sidonias e hititas, todas ellas mujeres extranjeras, que procedían de naciones de las cuales el Señor había dicho a los israelitas: «No se unan a ellas, ni ellas a ustedes, porque de seguro les desviarán el corazón para que sigan a otros dioses.» Con tales mujeres se unió Salomón y tuvo amoríos. Tuvo setecientas esposas que eran princesas, y trescientas concubinas; todas estas mujeres hicieron que se pervirtiera su corazón. En efecto, cuando Salomón llegó a viejo, sus mujeres le pervirtieron el corazón de modo que él siguió a otros dioses, y no siempre fue fiel al Señor su Dios como lo había sido su padre David. Por el contrario, Salomón siguió a Astarté, diosa de los sidonios, y a Moloc, el detestable dios de los amonitas. 1 Reyes 11:1-5

…ni tampoco acumulará enormes cantidades de oro y plata. Deuteronomio 17:17b

El peso del oro que llegaba a Salomón en un año era de seiscientos sesenta y seis talentos de oro. (1 Reyes 10:14). Este versículo marca el principio de la caída de Salomón. No es por casualidad que este número 666, es la marca de la bestia en Apocalipsis13:18, un rey que abusa su poder.

Parece que mientras estaba fiel a Dios el pueblo cumplió con gozo lo que le pedía. Si era fiel a los límites que pone la ley acerca de los impuestos no había porque quejarse. Mucho del dinero que necesitaba para el Templo y los otros proyectos de construcción fueron pagados por los tributos que pagaron los reinos en las fronteras de Israel. El pueblo no estaba sujeto a los trabajos forzados porque,

“A los descendientes de los pueblos no israelitas (es decir, a los amorreos, hititas, ferezeos, heveos y jebuseos, pueblos que quedaron en el país porque los israelitas no pudieron destruirlos), Salomón los sometió a trabajos forzados, y así continúan hasta el día de hoy. Pero a los israelitas Salomón no los convirtió en esclavos, sino que le servían como soldados, ministros, comandantes, oficiales de carros de combate y jefes de caballería.” 1 Reyes 9:20-22).

Según lo que pasó con su hijo Roboán, esta actitud correcta hacia el pueblo cambió cuando Salomón abandonó el pacto con Dios. Al momento de tomar el reino, Jeroboán confrontó a Roboán diciendo, “—Su padre nos impuso un yugo pesado. Alívienos usted ahora el duro trabajo y el pesado yugo que él nos echó encima; así serviremos a Su Majestad.” (1 Reyes 12:4). Al fin de su reino Salomón era más como Saúl que su padre David y cumplió con la profecía de Samuel acerca de los abusos que los reyes no gobiernan según la ley de Dios siempre hacen (1 Samuel 8). Estos abusos son los mismos que hacen nuestros gobiernos modernos.

¿Cómo puede ser sabio un hombre que no puede controlar sus apetitos sexuales tanto que acumula 700 esposas y 300 concubinas? Sólo el tener 700 esposas implica una boda cada 3 semanas durante los 40 años de su reino. Como decimos en México, era puro pachanga. Su falla fue más que la imposibilidad de ser fiel a tantas esposas. El fondo era que estas mujeres le pervirtieron el corazón de modo que él siguió a otros dioses, y no siempre fue fiel al Señor su Dios como lo había sido su padre David.

Un hombre rico y antes sabio a quien Dios había hablado dos veces abandonó a Dios para otros dioses en plena violación del primer y segundo mandamientos: no tendrás dioses ajenos delante de mí y no te harás imagen de ninguna semejanza. En su vejez Salomón abandonó a Dios por otros dioses de los pueblos que antes le pagaban tributos. ¿Puede ser que la razón porque se casó con tantas mujeres extranjeras fue por falta de confianza en Dios para mantener la paz con estos pueblos? Empezó a adorar a Astarté, Moloc y Quemós. Espantosamente construyó templos para estos dioses en lo que en el Nuevo Testamento se conoce como el Monte de los Olivos.

En la genealogía de Jesús en Mateo aparecen cuatro mujeres, todas extranjeras: Tamar, Rajab, Rut y Betsabé. El problema no fue casase con una extranjera sino casarse con las que nunca se convirtieron en seguidores del Dios de Israel y nunca se sometieron al Pacto y la Ley de Dios. La diferencia se ve en las palabras de Rut a su suegra, “Tu Dios será mi Dios.”

El Señor, Dios de Israel, se enojó con Salomón precisamente de acuerdo con las maldiciones del pacto que hizo con Salomón (1 Reyes 9:3-11; 2 Crónicas 7:11-22). En las dos ocasiones en que Dios apareció a Salomón le había prohibido seguir a otros dioses. La consecuencia de su infidelidad fue que Dios le quitó el reino para dar a uno de sus siervos, Jeroboán. Jeroboán llegó a ser el primer rey de las diez tribus del norte conocido como Israel. Por la fidelidad de David no le quitó de los hijos de Salomón todo y le dejó Judá y Benjamín. Además de dividir la nación en dos partes en conflicto entre sí Dios levantó dos más enemigos de Salomón, Edom y Siria. Los tres enemigos eran parte de los mismos que antes pagaban tributo y honres a Salomón mientras era un representante fiel de Dios.

La conexión estrecha entre la guerra espiritual y la guerra física, entre el reino espiritual y los reinos en la tierra, entre la justicia de la Ley del Pacto y la injusticia de los sistemas del ser humano debe ser obvia en la historia de Salomón. La herencia que dejo a su pueblo era la maldición de sus pecados que empezó una cadena de eventos sobre los siguientes siglos de que el pueblo nunca recuperó. La cosecha de haber construido el templo al Moloc, el detestable dios de los amonitas, llegó a su colmo en el reino de Manasés quien pasó a su hijo por el fuego a este horrible dios del estatismo. (2 Reyes; 2 Crónicas 33). Era tan grave el pecado de Manasés que a pesar de las reformas del buen Rey Josías después del reino de Manasés no apagó la gran ira de Dios contra Judá. El pecado de Manasés era la gota que sobrellenó el vaso de la ira de Dios.

Unas pocas generaciones después de Josías todo terminó con la destrucción de Jerusalén y el templo de Salomón, la muerte de demasiados horriblemente y la dispersión en cautiverio (1 Reyes 25; 2 Crónicas 36) precisamente como Salomón había orado en la dedicación del templo.

“Cuando pequen contra Ti (pues no hay hombre que no peque) y estés lleno de ira contra ellos, y los entregues delante del enemigo, y éstos los lleven cautivos a la tierra del enemigo.” 1 Reyes 8:46

Esto fue el tema de los profetas repetidas veces. Eran los procuradores del Señor que trajeron las demandas legales del Rey Celestial por haber quebrado el Pacto y faltar en vivir según su ley.

La siembra de la semilla de desobediencia espiritual trae la cosecha de ser conquistado y llevado cautivos. La solución es igual espiritual e igualmente trae respuesta en el espacio y tiempo.

…si recapacitan en la tierra adonde hayan sido llevados cautivos, y se arrepienten y Te hacen súplica en la tierra de los que los llevaron cautivos, diciendo: ‘Hemos pecado y hemos cometido iniquidad, hemos obrado perversamente,’ si se vuelven a Ti con todo su corazón y con toda su alma en la tierra de sus enemigos que los llevaron cautivos, y oran a Ti…escucha Tú desde los cielos, el lugar de Tu morada, su oración y su súplica y hazles justicia. Perdona a Tu pueblo que ha pecado contra Ti, todas las transgresiones que hayan cometido contra Ti, y hazlos objeto de compasión ante los que los llevaron cautivos, para que tengan compasión de ellos.” 1 Reyes 8:48-50

Todo esto junto con todos los conceptos desarrollados en la Biblia se encuentra en la Tora, los primeros cinco libros de la Biblia. Moisés rogó a Dios de dejarlo verle a Dios en todo su esplendor. No es posible para el ser humano aguantar ver la gloria de Dios en todo su esplendor. Dios lo puso en la hendidura de la peña y pasó declarando su gloria.

“—El Señor, el Señor, Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad, que mantiene su amor hasta mil generaciones después, y que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, hasta la tercera y la cuarta generación.” Éxodo 34:5-7

La ley de la siembra cosecha es tan segura como la ley de gravedad. No hay separación de la guerra espiritual de la vida cotidiana. Donde el Espíritu opera hay acción espiritual.

No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra. Gálatas 6:7

Autor: Roger Oliver


[1] Gary North, Tools of Dominion, the Case Laws of Exodus, Tyler, TX, The Institute for Christian Economics, 1990, p. 280, 291

[2] Ibid p. 280.

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